Las palabras sinceras, respetuosas pero plenas de esperanza de Abidal resultaron proféticas. Ese "Ganará el mejor, y ojalá seamos nosotros" debería convertirse en el mantra del tercer acto de esta obra de teatro majestuosa, con los tintes de la mejor épica shakesperiana, que están escribiendo Pep Guardiola y sus jugadores bajo el mecenazgo de Laporta antes y Rosell ahora. El jugador francés, además, se ha convertido en el símbolo de otra temporada triomfant, por lo inesperado de su enfermedad, paradigma de los muchos problemas que ha sobrellevado el Barça este curso, por su inesperada y portentosa recuperación, por su partidazo ayer en Wembley y por el detalle que le regalaron Puyol y sus compañeros para que protagonizara la foto más ansiada por cualquier jugador cada año...
Sí, fuimos los mejores. Con más claridad y mejor juego que en las anteriores citas que nos trajeron la gloria europea. Mejores que el dream team de Wembley versión 1.0, indudablemente. Que el equipo de la sonrisa de Ronaldinho en París, no cabe duda. Y, por supuesto, que el de Roma, con un equipo hecho a girones y soluciones improvisadas. Ayer, la única sorpresa inesperada fue la ausencia de un no recuperado Puyol, que forzó la presencia de Mascherano, de nuevo, en el centro de la defensa y la responsabilidad máxima de Abidal en el lateral izquierdo.
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